Pablo nuestro que estás en tu Chile,
Viento en el viento.
Cósmica voz de caracol antiguo.
Nosotros te decimos,
Gracias por la ternura que nos diste.
Por las golondrinas que vuelan con tus versos.
De barca a barca. De rama a rama.
De silencio a silencio.
El amor de los hombres repite tus poemas.
En cada calabozo de América
un muchacho recuerda tus poemas.
Pablo nuestro que estás en tu Chile.
Todo el paisaje custodia tu sueño de gigante.
La humedad de la planta y la roca
allá en el sur.
La arena desmenuzada, Vicuña adentro,
en el desierto.
Y allá arriba, el salitre, las gaviotas y el mar.
Pablo nuestro que estás en tu Chile.
Gracias, por la ternura que nos diste.
Atahualpa Yupanqui
[El 31 de enero de 1908, hace justo 100 años Pergamino vio nacer a quien sería el más grande a la hora de pintar con palabras y acordes las distintas realidades de nuestro pueblo. Héctor Roberto Chavero, conocido desde su adolescencia como Atahualpa Yupanqui, supo cuál era su misión en esta vida la primera vez que oyó durante un atardecer de campo el canto de los paisanos acompañados por sus guitarras. Todo fue uno para él: la pampa, el cielo crepuscular y la música.
Tuvo que sufrir la cárcel y la prohibición, pero también disfrutó el reconocimiento de muchos pueblos del mundo, ya que fue admirado en Europa y en Japón además de en su propia tierra.]
Viento en el viento.
Cósmica voz de caracol antiguo.
Nosotros te decimos,
Gracias por la ternura que nos diste.
Por las golondrinas que vuelan con tus versos.
De barca a barca. De rama a rama.
De silencio a silencio.
El amor de los hombres repite tus poemas.
En cada calabozo de América
un muchacho recuerda tus poemas.
Pablo nuestro que estás en tu Chile.
Todo el paisaje custodia tu sueño de gigante.
La humedad de la planta y la roca
allá en el sur.
La arena desmenuzada, Vicuña adentro,
en el desierto.
Y allá arriba, el salitre, las gaviotas y el mar.
Pablo nuestro que estás en tu Chile.
Gracias, por la ternura que nos diste.
Atahualpa Yupanqui
[El 31 de enero de 1908, hace justo 100 años Pergamino vio nacer a quien sería el más grande a la hora de pintar con palabras y acordes las distintas realidades de nuestro pueblo. Héctor Roberto Chavero, conocido desde su adolescencia como Atahualpa Yupanqui, supo cuál era su misión en esta vida la primera vez que oyó durante un atardecer de campo el canto de los paisanos acompañados por sus guitarras. Todo fue uno para él: la pampa, el cielo crepuscular y la música.
Tuvo que sufrir la cárcel y la prohibición, pero también disfrutó el reconocimiento de muchos pueblos del mundo, ya que fue admirado en Europa y en Japón además de en su propia tierra.]